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miércoles, noviembre 14, 2007

Para mi amigo Sergio

Tomás me ha propuesto escribir algo sobre Sergio Salinas.

Sergio fue un amigo y colaborador cercano. Juntos tuvimos una página de crítica de cine en el diario « La Estrella » de Valparaíso años antes que surgieran los blogs de cine, eMule y la nueva camada de críticos nutridos gracias a la globalización e internet. En ella dimos rienda suelta a nuestra aguda mirada sobre el cine actual y valoramos algunas pocas joyas que nos presentaba la cartelera nacional.
Nuestra colaboración de dos años, se convirtió en una fuerte amistad cinéfila que se enriqueció posteriormente en largas conversaciones tras la pantalla del Cine Arte Normandie en calle Tarapacá, las que seguían en boliches cercanos y se remataban en ciclos de cine de institutos binacionales. Parte de esas críticas, fueron publicadas posteriormente en los folletos del Normandie donde también colaboraban Orlando Walter Muñoz, Juan Ignacio Córces y la mítica Pauline Brion. De todos ellos Sergio, era una mezcla de cinépata crónico con monje cinéfilo como uno cruza pocos en el mundo. Amante del cine europeo, nunca conoció el viejo continente salvo por las películas que veía una y otra vez hasta la saciedad. Tanto así, que a ojos cerrados podía dibujar un plano de París sin haber pisado sus calles.
La última vez que nos vimos fue el 2005 en el « Bavaria » de Paseo Bulnes, durante la filmación de mi último cortometraje "Treinta Años"que representó a Chile en el Festival de Cine de Venecia. Luego nos escribimos esporádica pero contundentemente. En la última carta que recibí de él, me hablaba con admiración de mi trabajo. Algo que me llenó de orgullo ya que ambos enjuiciábamos todas las cintas que pasaban frente a nuestros ojos y era hora de hacer lo mismo con la mía. Su elogio fue mi León de Oro.
Yo lo invité a París para ir a visitar el lugar donde los hermanos Lumière hicieron la primera proyección, pero nunca tuve respuesta. Lo único que lo mantenía a flote era esa constante pelea que llevaron por años junto Alex Doll por salvar al Cine Normandie de la competencia feroz de las multisalas y dar un espacio al cine como arte. Esa sala "que siempre ofreció un cine inteligente, un poco desesperadamente",como escribió José Donoso.
Lamentablemente, en vida nunca vio la puesta en marcha de un estatuto legal frente al Cine Arte que defienda salas como la suya, tal como sucede en Francia o España. Y esa pelea duró demasiado, lo afectó humanamente y hace pocos meses la consideró perdida, decidiendo dejar la sociedad y reconstruirse como persona. De esta forma, en el último tiempo se reencontró con viejas amistades y pudo seguir compartiendo su amor al séptimo arte impartiendo clases de Cine Clásico en la Universidad de Chile.
Ese espíritu de entrega de un amor inmenso a un arte que no termina derenovarse, impulsó la vida de Sergio Salinas a quienes los jóvenes críticos le dedican por estos días sendos homenajes en blogs y medios electrónicos. Gracias a él, el cine Normandie ha sido un espacio dediversidad cultural, cercano a los jóvenes y abierto a todos quienes se interesen en el cine como arte y lenguaje. Mi homenaje lo hago en este medio aunque Sergio siempre defendió los formatos tradicionales: el cine en 35mm, el papel, las revistas, los folletos que pasaba horas corrigiendo y que le costaba horas de sueño para poder editar e imprimir desde las catacumbas del Cine Normandie.
Su estilo de vida bohemio, amante de la buena comida, del cigarrillo, se lo habrán llevado en su ley, demasiado pronto y ante la sorpresa de todos. Sin embargo, si existe el Paraíso, para mi amigo Sergio Salinas de seguro será como una gran pantalla donde se proyecten las mejores películas habidas y por haber. Es hora que ese paraíso llegue a tierra como Sergio soñó toda su vida.
Esa es tarea de nosotros.
NL

París, noviembre del 2007

1 Comentarios:

Blogger Marive quiso expresar lo siguiente...

Comparto el comentario que leí una vez en algún pasquín "el cielo es un lugar como este, solo que mucho mejor..."
Vi películas maravillosas en el Normandie, me fasciné con su olor y colores de cine a la antigua, que me traían recuerdos de una infancia feliz en el cine Huelén y el Rex. Me reencontré con una pasión por las imágenes que creía perdida en algún rincón... Nunca conocí el rostro de quien trataba de dar la lucha tras el cine hasta ahora.
Si existe un cielo,te puedo asegurar que Sergio está sentado en una butaca, con un cigarrillo en la mano y disfrutando de una muy buena película...

21:54  

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